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INTRODUCCION

                            Donde intento explicar en términos generalísimos qué está pasando en el Catolicismo actual.

En la Iglesia de nuestros días se vive una gran crisis, y la misma se ve reflejada en los diversos órdenes de su vida interna: crisis en lo intelectual, en lo moral, en lo disciplinar, en lo litúrgico y, por sobre todas las cosas, una crisis en materia de fe. El clero ha perdido en gran medida su identidad sacerdotal, el cura ya no entiende su misión en el mundo y tiende a convertirse en un agente de promoción social, con su cuota de secularismo que acaba por desilusionar a los laicos, de los cuales "el consagrado" ya no se siente distinto y "apartado para las cosas de Dios". El mundo ya no entiende eso de la Redención, la Salvación, la vida de la gracia, y la lucha contra el pecado. Ahora no se trata de llegar al Reino de Dios sino de construir el Reino aquí en la tierra: tal habría sido el núcleo del mensaje de Jesús.

 

En tren de construir un mundo nuevo de libertad, igualdad y fraternidad,  buena parte del clero se ha enfrentado con el capitalismo, como lo ha hecho el marxismo  en su momento, pero desde la perspectiva de la Biblia: Jesús sería el nuevo Moisés que nos saca de la opresión de los egipcios para llevarnos a la Tierra Prometida, donde impera la justicia social y la comunidad de bienes. El Evangelio tiene una relación conflictiva con la riqueza, aunque "el pobrismo" parezca ser patrimonio de los católicos y la prosperidad" algo aceptable para los protestantes (de hecho se sabe que el protestantismo está en la base del capitalismo moderno). Cristianos y marxistas han estrechado filas en los últimos 50 años, después de verse como enemigos irreconciliables hasta los tiempos de la Guerra Fría. Muy particularmente en América Latina, con su historia de coloniaje europeo, comienza a hacerse sentir la crítica socialista de un clero de base enemistado con la alta jerarquía, a la cual se empieza a percibir como siempre aliada a los poderes de turno. 

En consonancia con este clero politizado aparecen las milicias revolucionarias, levantando las mismas banderas anti-colonialistas y anti-imperialistas, ambos bandos luchando contra las "estructuras opresoras", la injusticia, la desnutrición, la pobreza, y todas las formas de sometimiento capitalista. Y con el surgimiento de la lucha armada aparece también la represión de las fuerzas de seguridad estatales, que no suele distinguir entre enemigos de negro o de verde oliva, ni entre Bartolomé de las Casas y el Che Guevara. En este enfrentamiento, aparece una división entre un clero de derecha y otro de izquierda, enfrentados en primera instancia por razones socio-políticas pero, más profundamente, por una concepción de la fe y de la Iglesia radicalmente contradictoria.

El periodismo en general suele tratar los temas de Iglesia como lo hacen con los temas de la política, apenas distinguiendo entre tendencias conservadoras y progresistas y, por supuesto, dejando en la nebulosa el significado de tales términos, para mayor confusión. Pero en la interna eclesial se cuecen muchas otras cosas de no fácil comprensión para la gente... cosas que tienen que ver con la tradición doctrinal, con la disciplina, con hábitos y costumbres seculares, con la obediencia a la autoridad, etc. Lo que quiero expresar en este parrafo es que la acción política de una parte del clero, lo que tiene que ver con cambiar "estructuras de pecado" en pro de una mayor justicia social, es apenas una parte de la vida de la Iglesia. La otra parte tiene que ver con una busqueda de cambios "ad intra", en la estructura y concepción de la institución misma que los agrupa, en las relaciones de los presbíteros con su obispo, de los obispos con el Papa y,  yendo a temas más profundos aún, a un replanteo general de la misión y la doctrina de la Iglesia en su relación con el mundo de hoy. Estoy hablando de la moral, del derecho canónico, de la pastoral, de la teología dogmática en sus diversas disciplinas (quién es Dios, quién es Cristo, qué es la Iglesia, en qué consiste el pecado y la Salvación,  cuál es la veracidad de la Revelación y la Biblia, etc).   El periodismo, digo, ve apenas la punta del iceberg, apenas la acción socio-política del clero, y la analiza con una mirada miope, en términos de conservadurismo y progresismo, cuando la problemática es mil veces mayor. Es lo que trataré de mostrar en este ensayo.



 

 


 

                                                                                                                                                                                                       

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Quizá ninguna institución humana sea tan rica para el análisis como esta de la Iglesia Católica, con sus 2000 años de historia, en los cuales ha habido de todo, absolutamente de todo: intrigas y traiciones, luchas de poder, corrupción extrema, sodomía y pedofilia, guerras y masacres, asesinatos y torturas, persecusiones en nombre de Dios, cruzadas de exterminio, dos y hasta tres Papas a la vez, etc. Pero también una Iglesia llena de ejemplos de abnegación y entrega, de heroísmo extremo, de disciplina y organización, de idealismo hasta la sangre, llena de actos de misericordia, de vocación fundacional humanista. Contradictoria, sí... pero grande, inmensa también, como somos los seres humanos. La Iglesia Católica es una institución increíble, y más increíble aún sería que exista y haya existido acumulando poder durante 2000 años sobre el fundamento de una gran mentira creída por todos:  me refiero al Cristo de la fe, a la construcción de un mito sobre la persona del Jesús histórico.

El libro de la imagen, que ha tenido bastante difusión en el mundo de habla española; renueva temas ya conocidos: que Jesús nunca fundó una Iglesia ni tuvo intención de ello, que no constituyó a Pedro cabeza de nada, que el sacerdocio jerarquico es una construcción histórica tras la caída del Imperio, que el patriarcado y la misoginia se fueron imponiendo, que hubo tergiversación de los textos "sagrados", que el culto de los santos y las apariciones son pura manipulación de las masas, etc etc etc.... cuestiones todas caras a los anti-Iglesia, que también hay que considerar. Porque en muchos puntos coinciden con las apetencias del clero reformista actual. Clero integrado por muchos que, en otros tiempos, habrían terminado en la hoguera por sólo el 10% de las cosas que ahora reclaman. Las cosas han cambiado, la disciplina no es la misma. Ya no estamos en los tiempos del Syllabus y del Index, sino en la edad del "hospital de campaña" y de la misericordia. La Iglesia quiere dejar de ser  "autoreferencial" y mostrarse "en salida" (en palabras del Papa Francisco). Quiere mostrarse aceptable a una humanidad de no la entiende, y convertirse en motor de la fraternidad universal.

En los tiempos que precedieron a la gran Reforma Protestante, también se daba una ebullición semejante, en comunidades que se distanciaban e independizaban poco a poco de Roma, por considerarla completamente alejada del Evangelio. Recordemos que ya en el 1200 Francisco de Asís decide vivir una vida de pobreza y entrega según el ejemplo de Jesús. Y también por entonces Domingo de Guzmán funda la Orden de Predicadores para convertir a albigenses, cataros y valdenses que constituían un foco reformista "herético" en el sur de Francia. Dos siglos después (nada menos que 2 siglos!) aparecería Martín Lutero, provocando la gran fractura de Occidente. Sin lugar a dudas, la Iglesia de Roma cometió graves errores manejando la crisis protestante, pero es fácil verlo ahora, a 500 años de distancia. Lo mismo con el caso Galileo, enemistándose con la comunidad científica.... lo mismo con Giordano Bruno, lo mismo con Charles Darwin y, hay que recordarlo! también en su tiempo condenó a Tomás de Aquino, que hoy es "el Teólogo" por excelencia, desde hace 700 años.
 

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texto del cuento aqui

La larga historia de la Iglesia presenta miles de ejemplos de conflictos entre el poder central y los "rebeldes" periféricos, entre la ortodoxia oficial y la heterodoxia marginal. El Evangelio condena al mundo o al "espíritu del mundo" como algo que se le opone, pero en muchas ocasiones ese mundo no estaba afuera sino adentro, y los piadosos y devotos y temerosos de Dios y discípulos de Jesús eran los perseguidos por Roma. La Historia es "maestra de vida y testigo de los tiempos", dijo Cicerón. Una de las grandes paradojas es la de San Roberto Bellarmino, el docto cardenal jesuita que tuvo que sentenciar a Bruno y casi condenar a Galileo. Su historia podría haber sido materia para uno de esos cuentos de Borges, donde las circunstancias (a veces las más insignificantes) condicionan el destino de un hombre. 

Si bien es cierto que hay muchos puntos en común entre la crisis actual y la de hace 500 años, fundamentalmente el mundo no es el mismo, la racionalidad se ha impuesto en desmedro de la fe, y la globalizción nos ha puesto en contacto directo con otras gentes y otras formas de ver las cosas. Hoy el ecumenismo y la ecología (la fraternidad universal en un mundo habitable) son las preocupaciones de Francisco, el Papa en quien depositan sus esperanzas reformistas los "progresistas", aunque las reformas parecen no llegar nunca: ni la abolición del celibato, ni el sacerdocio femenino, ni la admisión de los homosexuales, ni la unión con otras confesiones cristianas (principalmente con ortodoxos y luteranos), etc. Francisco apuesta a plantar la semilla de la nueva Reforma y a dejar que el tiempo (superior al espacio, según dice) haga madurar los frutos. Pero lo mismo se pensó al cabo del Concilio Vaticano II, y los frutos parecen haber sido amargos.  Francisco procede con cautela, y no quiere pasar a la historia como la causa inmediata de un nuevo y gran cisma. Sabe que muchos se oponen a un cambio radical en la estructura de la institución, en el sentido de abrir las compuertas y liberalizarlo todo. La cuestión de genero en esta Iglesia patriarcal es como la gota de una clepsidra o el cántaro que va tanto a la fuente. Pero hay algo mucho más profundo que unos cambios cosméticos: la admisión de los homosexuales, por ejemplo, implica renegar de siglos de magisterio moral en contrario. Implica reinterpretar los textos condenatorios de un San Pablo contra los actos anti-natura, nada menos. Implica la posibilidad de tener santas lesbianas en los altares, algo inimaginable. Implica una nueva hermenéutica sobre la Ley Natural, considerada hasta ahora como destello de la voluntad divina en las creaturas. Implica apartarse del "iusnaturalismo" para caer en un "positivismo" relativista donde sólo basta el amor sin apego a normas eternas y universales. De hecho se lo acusa a Francisco de haber inaugurado una "moral de situación" con su celebre pregunta: "Quién soy yo para juzgar?" La nueva oleada de cambios implica, en muchos casos, tirar por la borda una buena parte del Magisterio: por ejemplo el de Juan Pablo II sobre la absoluta imposibilidad del sacerdocio femenino, algo que muchos siguen contradiciendo. Por ejemplo, en temas de anticoncepción, fertilidad asistida y embriones congelados, aborto y eutanasia, etc. Son todos temas que el mundo moderno le impone a la agenda vaticana, y que generan la ebullición actual.

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