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Síntomas de la grieta

RECHAZO AL TOMISMO…. TODO UN SÍNTOMA
En efecto, frente al subjetivismo galopante del pensamiento moderno, el pensamiento del gran Tomás de Aquino se presenta como un hueso duro de roer.La filosofía del sentido común, de la cual hablaba Garrigou-Lagrange, con sus principios evidentes acerca de la sustancialidad de los seresy la capacidad cognoscitiva del intelecto, es algo que los modernos desprecian sin tomarse el trabajo de refutar.Es que no creen siquiera que valga la pena, porque caerían en la misma metodología de la Summa.Ellos elijen otro camino, ligado más bien al sentimiento y al existencialismo, al análisis de la realidad social y al pragmatismo.La Metafísica clásica de cuño aristotélico ha sido desplazada como pieza de museo por una fenomenología del mundoorientada a la transformación del mismo, bien alejada de la contemplación teorética de la filosofía clásica.Lo que le falta al pensamiento modernoso es, justamente, ontología:ésto significa que se ha renunciado a encontrarle un fundamento sustantivo a la realidad,y la consecuencia directa es que ahora la verdad de las cosas no está en su naturaleza, sino en la percepción que el sujeto tiene del objeto…..un cambio radical en el punto de vista y de partida. El hombre es la medida de todo, como decía el griego.Todo está relacionado con todo en esta guerra descomunal que es casi la batalla final ante un “cambio de paradigma”,como se llama ahora a un cambio de perspectiva radical. No me cabe ninguna duda que detrás de las nuevas teologías antropocéntricascampea el triunfo del idealismo kantiano, y decir esto no es nada nuevo, pues ya se sabe que teólogos de la talla del jesuita Karl Rahnery del jesuita Hans Küng han expresado abiertamente lo mismo. Hemos acabado en el relativismo que denuncia el Papa Ratzinger una y otra vez,pero no confundir con un mero relativismo moral, porque la cosa es más profunda.Nota: no es mi intención exponer estas cuestiones con términos técnicos, sino todo lo contrario.Quisiera hacerme entender por mis padres, que se preguntan qué está pasando en la Iglesia. Por lo tanto, trataré de ser accesible en adelante.

LA ORTODOXIA PERSEGUIDA
tomado de http://es.catholic.net/op/articulos/10220/cat/21/origen-de-las-disidencias.html
Tiempos singulares en la historia de la Iglesia, en los que «teólogos» dura y largamente enfrentados con el Magisterio apostólico pueden ser considerados por muchos como los mejores. Tiempos recios, en los que la fidelidad estricta a la doctrina católica puede llegar a ser una condición desfavorable o excluyente para enseñar en un Seminario o en una Facultad del Occidente ilustrado. Lo cual es lógico, por lo demás. Introducir en el ámbito predominantemente liberal y disidente de un Seminario o Facultad a un formador o a un profesor ortodoxo es admitir en él una bomba de relojería, pues es probable que cause graves problemas en cualquier momento. «Tiempos recios», en la expresión de Santa Teresa. ¿Cómo está la Iglesia allí donde servir a la verdad católica y defenderla es sumamente arduo y peligroso, mientras que callar discretamente ante errores y abusos es condición para «guardar la propia vida» en la paz y la estima general? Un cierto grado de disidencia o al menos de respeto por las tesis de los disidentes es un pasaporte absolutamente exigido en muchos ambientes. Ante errores y abusos, a veces enormes, se responde con un silencio comprensivo y tácitamente anuente. En esa actitud tan frecuente, lo eclesial y académicamente correcto es no alarmarse por nada
¿Cómo está la Iglesia allí donde un grupo de laicos que crea en la doctrina católica sobre Jesucristo, la Virgen, los ángeles, la Providencia, la anticoncepción, el Diablo, etc., y se atreva incluso a «defender» estas verdades agredidas por otros, sea marginado, perseguido y tenido por integrista? Describir aquí, por ejemplo, el calvario inacabable que pasan ciertos grupos de laicos que pretenden difundir en sus diócesis, según la Iglesia lo quiere, los medios lícitos para regular la natalidad, excede nuestro ánimo. Se ven duramente resistidos, marginados, calumniados.
Mientras otras obras, quizá mediocres y a veces malas, son potenciadas, ellos están desasistidos y aparentemente ignorados por quienes más tendrían que apoyarles. En las Iglesias enfermas de disidencia liberal, por supuesto, sufren ese mismo calvario los Obispos, presbíteros, los religiosos y los laicos, fieles a la ortodoxia católica

LA CRISIS ES ANTERIOR AL PAPA FRANCISCO
La crisis no tiene que ver con el Papa actual, aunque éste sea un factor importante en la confusión generalizada.La crisis viene de lejos, y podemos hablar de 50, 100 y hasta 200 años… podemos remontarnos a la Ilustración,al empeño laicista de los revolucionarios franceses,a los primeros exégetas-críticos de la Biblia (Reimarus, Wellhausen, Strauss, Loisy, Renan, etc),al modernismo teológico que motivó la encíclica Pascendi promulgada por San Pío X en 1907Dice el Profesor Alberto Caturelli: “En verdad, como lo destacaba Poulat, que el modernismo no era (ni lo es hoy) un movimiento homogéneo con pensamiento sistemático aunque tiene en común el progresismo,cierta cristología y cierto método histórico aplicado a la Escritura y al misterio sobrenatural.En el fondo los “modernistas” de ayer y de hoy tienen en común el método que supone el inmanentismo filosófico;como dice Lortz, el modernismo no es tanto un sistema de doctrina herética cuanto un modo herético de pensar“Podríamos hablar aquí de la Nouvelle Theologie y los documentos de Pío XII sobre exégesis y sobre los curas obreros….y más próximamente del Concilio Vaticano II que fue la culminación de un proceso de malestar interno y, a la vez,el comienzo de un cisma que no acaba de definirse. Y si quisiéramos buscar una gran causa remota,llegaríamos a la Reforma Protestante y al principio de libre examen enarbolado por Lutero contra el Magisterio pontificio.Son siglos de ruptura parcial con los efectos que vemos al presente. Trataremos de esbozar en qué consiste el problema.

LA IGLESIA CONSTANTINIANA
Podemos exponer ahora qué significa esta idea tan recurrente. Es un concepto que se escuchó mucho hasta el Concilio del Papa Juan,en la decada de 1960: se refiere a un modo de ser-Iglesia vinculado al poder y al triunfalismo, de cuando los discípulos de Jesúspasaron de ser perseguidos a ser perseguidores, de cuando el Buen Pastor habría pasado de ser el que busca a la oveja perdidapara paar a ser presentado como el Christus Rex y el Imperator Mundi ….todo gracias a Constantino,que se hizo cristiano por oportunismo político y logró que la Iglesia se convirtiera en una herramienta de poder global,y los obispos en funcionarios imperiales, y el territorio eclesial dividido en diócesis y regiones conforme al mapa político de Roma.Con el correr de los siglos, sobre todo tras la caída de Constantinopla y la invasión de los barbaros, con la conversión de Teodoricoy más tarde con la ayuda de Carlomagno, más y más poder fue acumulando la Iglesia romana hasta llegar en la alta Edad Mediaa disputarle autoridad a cualquier príncipe. Tras el descubrimiento de América, el Papa sigue gobernando con autoridad terrenal suprema,y divide por decreto América mediante un meridiano, parte para España, parte para Portugal, y nadie tiene derecho a reclamos.Tantos siglos de historia, de poder, de cruzadas en Oriente y de conquistas en Occidentehabrían modificado (no caben dudas de ello) el rostro de la Iglesia pobre y humilde de los orígenes,y es lo que principalmente el Concilio Vaticano II con toda la gran ola de intelectuales y teólogosse propuso modificar: el modo de ser-Iglesia en el mundo moderno.Pero ésto que parece una actitud honesta y sensata se ha convertido en un asunto de múltiples conflictos,por ciertas corrientes de pensamiento que subyacen al tema, y que intento exponer aquí para el lector no especializado.

DE LA CONFRONTACION AL DIÁLOGO CON EL MUNDO MODERNO
Cuando el Papa Juan XXIII se propuso abrir las ventanas para que entre aire fresco, en el seno de la Iglesia se alentaba desde hacía mucho tiempo una reforma en las estructuras y en la pastoral, es decir, en el modo de llegar a las gentes, con menos pompa, con más sencillez, con un nuevo lenguaje, con menos autoridad y más servicio. Es necesario poner las cosas en contexto: se venía de un permanente enfrentamiento con el mundo moderno en Europa, desde la Revolución Francesa, y en lo político con la pérdida de los Estados Pontificios, y el Papado estaba siempre en guardia contra los ideólogos del iluminismo, el protestantismo, el cientificismo, el evolucionismo, el relativismo, el liberalismo, y todos los ismos condenados en el Syllabus, que era una suerte de Index de los errores modernos que había que combatir, junto con la masoneria y sectas anticatólicas que crecían como hongos.
Dice el Papa Benedicto XVI: "Esta relación (de la Iglesia con la modernidad) tuvo un inicio muy problemático con el proceso a Galileo. Luego se rompió totalmente cuando Kant definió la "religión dentro de la razón pura" y cuando, en la fase radical de la revolución francesa, se difundió una imagen del Estado y del hombre que prácticamente no quería conceder espacio alguno a la Iglesia y a la fe. El enfrentamiento de la fe de la Iglesia con un liberalismo radical y también con unas ciencias naturales que pretendían abarcar con sus conocimientos toda la realidad hasta sus confines, proponiéndose tercamente hacer superflua la "hipótesis Dios", había provocado en el siglo XIX, bajo Pío IX, por parte de la Iglesia, ásperas y radicales condenas de ese espíritu de la edad moderna. Así pues, aparentemente no había ningún ámbito abierto a un entendimiento positivo y fructuoso, y también eran drásticos los rechazos por parte de los que se sentían representantes de la edad moderna" (ver texto aqui) Poco antes de comenzar el siglo XX, el Concilio Vaticano I había declarado solemnemente que el Romano Pontífice gozaba de infalibilidad en sus definiciones de fe y moral, y este acto fue casi político para alimentar su autoridad sobre los jefes de Estado del mundo, no sin nefastas consecuencias para la unidad con otras Iglesias cristianas. Lo que intentó el Vaticano II fue allanar el camino opuesto, en pro de una descentralización del poder hacia la periferia, como se dice ahora…. hacia las Iglesias regionales (Asia, Africa, América Latina) y las conferencias episcopales como órganos de decisión inmediata. La tendencia actual es la opuesta al siglo pasado: se trata ahora de menguar el rol del Papa y dejarlo como un “primus inter pares” como se supone fue en tiempos de los primeros cristianos, despojándolo de todas las deformaciones producidas en 1700 años de historia, desde la conversión de Constantino al presente.
ver textos aquí y aqui
El rol de la Iglesia en la Conquista de América es todo un tema aparte: la alianza con los reyes católicosla llevó a hacer la vista gorda frente a muchas injusticias,mientras ponía por delante los intereses de la evangelizacióny conversión de los indios infieles, no sin grandes aberraciones inadmisibles para la conciencia moral actual.La forma trágica en que fueron dominados y exterminados los aztecas, los mayas, los incas y otras naciones menores deja, sin duda, mucho que desear.La fiebre del oro y la fiebre de la viruela fueron de la mano… las minas del Potosí y el tráfico de negros que hicieron ingleses y holandesesfueron hechos infames para una conciencia cristiana. Fueron casi 5 siglos de imperialismo en nombre de Jesucristo,y en el siglo XX el revisionismo histórico en América latina y dos guerras mundiales en la culta Europalograron que la perspectiva histórica diera un giro de 180 grados. Es lo que explotó, de algun modo, en las sesiones del Concilio Vaticano IIcuando muchos teólogos clamaban por una auténtica reforma, casi como lo había hecho Lutero en el 1500, contra todo un modo de ser-Iglesia,contra la alianza con los poderosos del mundo, contra la pompa y las actitudes inquisitoriales, contra el centralismo de la Curia romanay la imposicion en los seminarios de una teología puramente especulativa sin relación con el mundo o el padecimiento de naciones enteras.Particularmente en América Latina empieza a surgir una teología política, como nunca antes se había visto.

HANS KÜNG: HACIA UNA MORAL SIN DOGMAS
como quería José Ingenieros hace 150 años

LA MISA DE PINOCHO Y DE PIAZZOLLA


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